top of page

Sobre nosotros

Aquí encontrarás una breve descripción de quiénes somos y por qué nos gusta tanto lo que hacemos. Bienvenido y gracias por visitarnos. 

Cheng-I (mamá)
Siempre he tenido muy claro que si tenía hijos, deberían estudiar música. No tienen que terminar dedicándose a ello de manera profesional, pero creo que la experiencia de ser capaz de expresarte a través de la música es única y quería (y en ello estoy) proporcionarles esa oportunidad. 
Elegí el violín (instrumento de cuerda frotada) porque le veía dos ventajas frente al piano: por una parte, "crecen" juntos (a medida que el alumno crece en altura y sus brazos y manos son algo más grandes, se va cambiando de instrumento) y por otra parte, la "portabilidad" (el poder llevarlo a todas partes, sin necesidad de depender de que haya un piano para poder seguir haciendo música allá donde vayas). 
Cuando nació el segundo hijo, estuve dudando mucho tiempo entre darle violín también o ponerle un chelo. Al final, me decanté por el segundo porque, de esta forma, cada niño tendría su "propio" instrumento y evitaría eventuales "competiciones" entre ellos (desde lo más habitual como puede ser: "yo ya tocaba esa pieza a tu edad" o "yo lo toco antes que tú, o más rápido que tú, o más fuerte que tú" hasta, si se diera el caso, tener que optar por los mismos premios y plazas en concursos, oposiciones o pruebas de orquesta). 
Me compliqué la vida mucho, ¡jajaja! 
Elegir que tus hijos tengan formación musical es una decisión que no se toma a la ligera. Pero nunca lo sabes (¡cuánta responsabilidad se asume!) cuando te sumerges en esta carrera de fondo, hasta que ya estás metido en faena. 
Pues decidir que empiecen muy pronto (en mi caso, poco antes de cumplir los 3 años, en los dos niños) multiplica por "no-sé-cuánto" la dificultad. 
Y... (suma y sigue), si terminas eligiendo dos instrumentos diferentes... hay días que necesitas respirar muy hondo y recordarte por qué estás haciéndolo. 
Una vez dicho todo esto, no quiero desanimar a nadie, todo lo contrario: ¡es fabuloso! A día de hoy, 
el mayor (que no es que sea muy "mayor" en realidad) se defiende muy decentenemente con el violín, le gusta la música, canta, baila, y pide esta y esa otra canción o melodía que escucha. 
Con el pequeño todavía no puedo decir lo mismo (apenas llevamos 7 u 8 meses embarcados en este viaje), pero confío en que iremos viendo resultados, con un poco de paciencia. 
Bienvenidos a mi página, donde voy a ir recogiendo los frutos de esta tarea tan maravillosa, como complicada: la de criar en un entorno musical a mis hijos. Espero que lo disfrutéis tanto como nosotros. 
bottom of page